viernes, 23 de julio de 2010



Me llaman exagerada cuando apenas abro la boca, ridícula si estoy callada, descarada si contesto, cursi si tengo una buena idea, perezosa si estoy cansada, egoísta si tomo una cucharada de más, tonta, cobarde, calculadora, etcétera etcétera. Desde la mañana hasta la noche no dejan de llamarme calamidad insoportable. Aunque yo me río y hago como si no me importara, en realidad sí que me importa. Quisiera que Dios me hiciera ser de modo que no resultaraantipática a todo el mundo.

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